Siempre es una cuestión de estilo. El cual nunca debe ser una imposición, sino la expresión coherente de la personalidad de quien ha elegido habitar un determinado espacio. De una determinada manera. Con un determinado estilo de vida.
La vitalidad la aporta quien habita un lugar, pero no solo eso. Es el propio entorno el que debe estimular la vitalidad de las personas. Como un proceso de ósmosis. Como cuando te das cuenta de que estás en el lugar correcto.
Todo parece funcionar bien cuando en la base hay un proyecto que incluso antes de ser una solución de decoración es la expresión de una filosofía de vida.